¿Es injusta mi vida? Mi hijo tendría que ser abogado

¿Es injusta mi vida? Mi hijo tendría que ser abogado

Por Marcelo Eduardo Giordano para La Jarillera

Me encantan las frases. Casi todas están erradas. Una que todos hemos usado alguna vez es: “Que injusta es la vida”. Analicemos

Generalmente esta frase sale cuando las cosas no nos salen como queremos. Podemos deducir de esta simple frase dos cosas

Hablamos de injusticia: vemos que trabajamos pero no tenemos plata, que conducimos nuestro auto con mucho cuidado pero alguien nos choca, que nos ponemos zapatillas para abrir la heladera y sin embargo nos da corriente (mi abuelo siempre me lo decía) y que soplamos las empanadas y sin embargo nos quemamos la lengua. En una palabra hacemos las cosas bien y sin embargo nos salen mal

Decimos que la culpa la tiene “la vida”, como si la vida fuera una persona y por sobre todo como si “la vida” estuviera preocupada por hacernos mal. Error garrafal. Lamentablemente la vida es lo que nosotros hacemos, no es un entidad por si, no quiere perjudicarnos. Solamente que hacemos las cosas mal. Gastamos más de lo que ganamos, no tenemos la instalación eléctrica de la casa en condiciones y somos unos muertos de hambre que queremos comer las empanadas ya porque no damos mas de hambre (lo digo en plural, pero lo digo por mi, espero no ofenderte)

Veo que tenemos esa costumbre de echar la culpa siempre a otros y no nos hacemos cargo de nuestros errores

Nos cuesta mucho pedir perdón, aceptar que estábamos equivocados. y acá entra otra frase que decimos orgullosos. YO TENDRÍA QUE HABER SIDO ABOGADO, SI NO LA GANO, LA EMPATO. Para mi tendrías que haber sido lo que vos quieras, pero lo que sos es un bobo. Vas a ahorrar mucho tiempo dejando de discutir y aceptando tus propios errores.

Solamente aceptando nuestros errores podemos crecer y ser mejores. Tomar ese “error” como enseñanza y lograr un futuro mejor. No solamente por mí, si no por los que me rodean.

Una de las organizaciones más importantes del mundo es Alcohólicos Anónimos. Para las personas que padecen este problema, se les recomienda seguir una serie de pasos. Comparto el octavo: “Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”

Quiero dedicar este escrito a los que alguna vez pidieron perdón de corazón, a los que luchan todos los días, aunque las cosas no siempre salgan bien, y a una pariente que no puedo nombrar que hace las empanadas frías pero ricas

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