24 de agosto: ¿Por qué conmemoramos el Día del Padre?

24 de agosto: ¿Por qué conmemoramos el Día del Padre?

La novela de San Marín y Mercedes

_ “La infanta Mercedes partirá conmigo. Es lo único que me queda”. Lacónica respuesta de San Martín a su suegra Tomasa de la Quintana Aoiz de Escalada.

_ “Pero qué hará un trotamundos militar, viudo y exiliado, en la convulsionada Europa, con una niña de solo siete años y sin su madre. ¿Quién la cuidará, atenderá, educará?”. Habría sido el lógico comentario de la preocupada abuela Tomasa.

_ “¿Con qué bienes la mantendrá; quién velará por su salud en caso de enfermarse; cómo hará un eterno perseguido como usted para protegerla de los muchos enemigos que ha sabido ganarse?”. Continuará reprochando Doña Tomasa.

_ “Merceditas es lo único que me queda.  Ya he estado demasiado tiempo lejos de ella, y en ese transcurrir de ausencias también perdí a muchas personas que amaba. Perdí a Remedios sin poder despedirme; no quiero que me pase lo mismo con Mercedes”. Tras la tensión del hipotético dialogo, San Martín partirá hacia su nuevo destino.

Luego de su parada en Francia se embarcará a Southampton. Llegará a Londres, alquilando una casa en Park Road del barrio Marylebone, donde Merceditas vivirá un tiempo. El primer paso estaba dado: inscribirá a su hija en el prestigioso colegio pupilo llamado “Hampstead College”. Tendrá orientación en artes y como tutora de la infanta figurará Frances Jollife, la esposa de su amigo británico, el capitán de marina Peter Heywood, un controvertido militar ingles que San Martín conoció en Buenos Aires en 1812.

_ “Estimada Doña Tomasa, nuestra amada Mercedes se encuentra bajo la tutela de uno de los mejores colegios de Londres. Y además está aprendiendo el idioma inglés muy rápidamente”; correspondencia mediante, cierta calma llegará a la preocupada residencia porteña de los Escalada. Fin del primer acto.

Una maestra escribiendo la historia

La otra historia es conocida. Y mucho más cercana. La Ley Provincial de Mendoza N° 5131 de 1986 estableció el 24 de agosto como “Día del Padre”, en referencia al mismo día de 1816 cuando nació la hija de José de San Martín y María de los Remedios Carmen Escalada de la Quintana: Mercedes Tomasa. Con Antecedentes legislativos desde 1953, cuando la Profesora Lucía Zuloaga de García Sada presentó ante Dirección General de Escuelas de Mendoza, la iniciativa para declarar el 24 de agosto como Día del Padre. El pedido fue aceptado por Resolución 192-T-53, instituyendo “oficialmente, en el Calendario Escolar de la Provincia, el Día del Padre para celebrarse en todos los establecimientos educacionales el 24 de agosto de cada año”.                                        MENDOZA COMO RESGUARDO SANMARTINIANO

Pero entonces, ¿por qué no conmemoramos el Día del Padre el 24 de agosto en todo el país?

Al cabo de setenta años (desde el decreto de 1953 al presente) solo las escuelas de Mendoza, se mantuvieron fieles al Libertador en la celebración del 24 de agosto como Día del Padre y aunque siempre hubo intentos de dictar una ley a nivel nacional mediante distintos proyectos, los intereses económicos y empresariales pudieron más, ya que habría que cambiar el Día del Niño a junio y llevar el Día del Padre a agosto.

Entre los últimos antecedentes registrados se encuentra el proyecto de Ley Nacional instituyendo como Día del Padre el 24 de agosto, que se conmemoraría el tercer domingo de agosto de cada año. presentado por el Senador Nacional Roberto Gustavo Basualdo por Expediente Nº S-1834/12 , que perdió estado parlamentario por no haber recibido tratamiento durante dos años. El mismo fue reproducido el 29 de mayo de 2014 por expediente Nº S-1636/14, pero al no ser tratado volvió nuevamente a perder el estado parlamentario en 2015. El último intento fue en 2016 por un proyecto presentado ante el senado nacional por Julio Cobos y aprobado en abril de 2017 (sobre expediente S -3190 /16) con la anuencia unánime de todos los legisladores mendocinos.

Los años felices y su testamento

Tanto Mercedes como Don José de San Martín contraerán cólera durante 1831 en Boulogne Sur Mer. Un diplomático y médico argentino que cumplía misiones en Francia los atenderá durante unos meses. El remedio no pudo ser mejor: Mercedes se había enamorado de su doctor. 

“Estimada Doña Tomasa; cumplo en informarle que nuestra amada Mercedes se ha comprometido en noviazgo con el distinguido caballero y médico Mariano Severo Balcarce, hijo de aquel triunfador de Suipacha, Don Antonio González Balcarce Martínez Fontes y de Doña Dominga Francisca Bouchardo. Me manifiesta el joven Mariano que su familia Quintana Aoiz y la de él (González Balcarce) fueron vecinas y sus antepasados compartieron relaciones y negocios. Espero que la feliz noticia tranquilice su angustia y a su vez le comunico que he girado correspondencia a Doña Dominga Bouchardo, madre de Mariano Balcarce, solicitando la aprobación de un futuro enlace entre Mercedes y Mariano”. Fin del segundo acto.

El buen padre San Martín

 “Es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta, y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura todos mis desvelos, haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continuar con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido”. Del testamento de San Martín, expresamente refiriéndose a Mercedes. (Paris – 23 de enero de 1844).

Al justo título de “padre de la patria” llegó tras mostrar una convicción, planificación y entrega patriótica que excedían lo común. Dicho esfuerzo fue retribuido con la conquista de la emancipación para medio continente americano. Pero la historia tiene esas cosas: le costó mucho más ser considerado como un buen padre, que como el “padre de la patria”. Es ahí donde San Martín no solo reescribe otra historia, sino que además se compromete con el presente cotidiano y el futuro de su hija Mercedes, y donde se hace contemporáneamente parecido a cualquier buen padre de familia; sin importar rango, condición económica o estatus social. En San Martín siempre la convicción de estar presente fue uno de sus rasgos distintivos. En la batalla junto a la bandera y sus soldados o en la mesa de su hogar peleando por el amor y bienestar de su hija.

Ese perfil de hombre común en San Martín, con los mismos atributos de cualquier padre que se rompe el alma por sus hijos, es lo que conmemoramos. Vale para José de San Martín, el padre de la patria; vale para los millones de Don José que habitan nuestra tierra argentina y que, a su manera y con sus herramientas, honran la patria diariamente sin descuidar ni un instante el porvenir de sus hijos.

Gentileza de Prof. Gustavo Capone

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