Los pontífices Juan Pablo II y Francisco con los presidentes argentinos

Los pontífices Juan Pablo II y Francisco con los presidentes argentinos

Las reuniones entre los presidentes argentinos y la máxima autoridad de la iglesia católica han sido muchos en los últimos 40 años. El repaso de una historia de encuentros

Desde el comienzo de la democracia en 1983 hubo muchos encuentros entre presidentes argentinos y pontífices. Si bien a lo largo de la historia nacional las relaciones entre Argentina y el Vaticano fueron habituales, y en ocasiones hasta tensas, llegando a romperse, es oportuno repasar algunas de las reuniones acaecidas desde aquel advenimiento democrático hasta la fecha.

El papa Karol Wojtyla había estado en Argentina durante 1982. Fue con motivo de ese muy triste momento de nuestra historia: final de la Guerra de Malvinas. Sucedió entre los días 11 y 12 de junio. Eran las postrimerías de una crónica anunciada. Concentraciones multitudinarias en Luján y Palermo ya vislumbraban el fatídico desenlace.

Como referencia contundente en su primer mensaje al pueblo argentino, durante esa corta pero simbólica visita (viaje que nunca estuvo programada previamente y fue “empujado” por la vocación papal ante la dramática coyuntura) pronunció cuarenta veces la palabra “paz”. Y como para que no quedara duda del porqué de la urgencia y naturaleza de la misión sostuvo: “Permitidme que desde este momento invoque la paz de Cristo sobre todas las víctimas, de ambos bandos, del conflicto bélico entre la Argentina y Gran Bretaña; que muestre mi afectuosa cercanía a todas las familias que lloran la pérdida de algún ser querido; que solicite de los gobiernos y de la comunidad internacional medidas aptas para evitar daños mayores, sanar las heridas de la guerra y facilitar el restablecimiento de los espacios de una paz justa y duradera”.

Alfonsín y Juan Pablo II.

El segundo viaje de Juan Pablo II al país tuvo un matiz claramente distinto. Alfonsín era presidente constitucional. Argentina había cambiado de humor y recuperado su democracia. En esta ocasión el viaje respondió a consignas pastorales. Se extendió del 6 al 12 de abril de 1987. Incluyó visitas a Bahía Blanca, Viedma, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario. Mendoza también formó parte de la gira. Permaneció en la provincia cuyana durante tres horas aproximadamente y brindó una misa para más de 250.000 fieles.

Wojtyla se reunió en ese viaje con todos. Con la oposición, con la cúpula de la CGT, campesinos, inmigrantes, enfermos, aborígenes, empleados del Mercado Central, empresarios y con los jóvenes en la “III Jornada Mundial de la Juventud”. Brindó 26 mensajes públicos. También recibió críticas por parte de organismos de derechos humanos al no haber sido contundente en su repudio al golpe militar de 1976.

Hubo otro gesto de ese viaje para rememorar. En su última exposición pública en el país habló sobre la importancia de la educación. Fue en el Teatro Colón ante referentes de la ciencia, distintos credos religiosos y la cultura. Finalizando su presentación, resaltó lo positivo de aquel sistema educativo argentino: “(…) una decisión clarividente, tomada por las autoridades desde épocas tempranas, la de empeñarse por hacer llegar la educación a todos los sectores de la población”; sostuvo ante el aplauso generalizado. Indudablemente hacía referencia, y elogiaba, la ley de educación laica, gratuita y obligatoria sancionada en 1884 y la Reforma Universitaria de 1918.

El Papa con ‘Carlo’

“Soy el presidente de la historia que más veces se vio con el Papa”, se jactó sonriente Carlos Menem el 22 de noviembre de 1999, después de su entrevista con Juan Pablo II. Era la sexta vez que lo visitaba. A los pocos días dejaría el gobierno en manos de Fernando De La Rúa.

Menem cultivó una fuerte relación con el Vaticano durante sus diez años de gobierno. Hizo denodados esfuerzos por fortalecer ese vínculo al que consideró “políticamente estratégico”. En este tiempo también los medios de comunicación empezaron a reflejar otra curiosidad: cuántos minutos duraba la entrevista papal como infiriendo la importancia que el Papa le daba al encuentro. Con Menem eso fue muy subjetivo. Hubo encuentros, por ejemplo, el cuarto, previo a las elecciones legislativas de 1997 que duró 13 minutos y otros que hasta compartieron una misa privada (hecho excepcional) y que duró horas, hablando de fútbol, música, cine y las innumerables costumbres argentinas.

También Menem concurrió al entierro de Juan Pablo II (2005), ya no siendo presidente. En esa ocasión viajó en el mismo vuelo con Duhalde, otro ex presidente. Pero además Menem fue recibido junto a su familia en agosto de 2016 por el Papa Francisco en la residencia privada de Santa Marta donde la evocación a una amistad de más de 30 años siempre estuvo presente.

De los silbidos al mate

Siempre existió tensión entre Néstor y aquel Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. “Es el jefe espiritual de la oposición política”, sostuvo públicamente Kirchner. Se refería a Bergoglio cuando, el hoy Papa, era presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Durante ese tiempo Bergoglio fue un tenaz criticó de muchas de las decisiones políticas del Gobierno de Néstor y de Cristina. Muchos sostuvieron que el operador para procurar “desbancar” a Bergoglio de su cargo era Sergio Massa, de ahí la poca sintonía de Francisco con Massa, siendo el ex ministro de economía y ex candidato a presidente, el único político argentino relevante que nunca fue recibido por el Papa.

“No puedo dejar de mencionarlo, y no quiero dejar de mencionarlo: hoy también es un día histórico”, dijo la presidenta en un acto con funcionarios que acudieron al lanzamiento de un plan social. “Por primera vez en la historia de la Iglesia, en los 2000 años de historia de la Iglesia, va a haber un Papa…”, continuó. En ese preciso momento, mientras Fernández de Kirchner aludía a su condición de latinoamericano (pasando por alto su nacionalidad argentina) se colaron los silbidos. La presidenta los hizo callar, pero no pudo disimular el descontento de muchos “compañeros”.

Al poco tiempo la situación se revirtió. En ambas partes afloró un sentimiento común. Una pertenencia común: el peronismo.

Los encuentros entre Cristina Kirchner y el Papa se multiplicaron. Fueron siete, aunque algunos de esos encuentros se dieron en Brasil, Paraguay y Cuba.

En el primer encuentro, tras la audiencia en la residencia Santa Marta, Cristina le regaló un mate al Papa. El humor y el clima entre ellos había cambiado. Las cosas estaban en orden. Cristina en ese instante le explicó a Francisco la enorme significación y simbolismo que representaba el mate para los argentinos. Bergoglio le recordó socarronamente que había nacido en porteño barrio de Flores.

Cristina y Francisco.

“Frio, frio, como del agua de río”

Surgirá al tiempo una nueva oportunidad para las conjeturas y las especulaciones. Macri visitará a Francisco en dos oportunidades. En su primera visita, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, en tiempos de su primera gestión gubernamental, también será parte de la comitiva oficial.

Ese encuentro entre el presidente y el Papa fue iconográfico. La audiencia privada duró 14 minutos. La foto de Francisco y Macri, con el gesto adusto del pontífice sentenciaron el encuentro.

Mauricio Macri y Francisco.

Hubo una segunda visita de Macri (15 de octubre de 2016). El encuentro fue más distendido. Duró casi una hora, y en la despedida Francisco le dijo: “fuerza, y para adelante”. Lo que era un secreto a voces se concretó. Francisco eludió la visita a Argentina en tiempos del macrismo. Visitó Chile y Perú, y al sobrevolar tierra argentina, solo emitió un telegrama protocolar.

Francisco y Alberto, cuando nadie imaginaba lo que vendría

Alberto Fernández recién llevaba un mes de presidente. Finales de enero de 2020. Una auspiciosa gira lo esperaba por Europa. Encuentros con Ángela Merkel, Emmanuel Macron, Giuseppe Conte, Sergio Mattarella y Pedro Sánchez, componían una agenda ambiciosa en busca de sumar apoyo político a la negociación con el Fondo Monetario Internacional. El respaldo popular tras su triunfo electoral era muy alto. Los primeros mandatarios europeos se aprestaban a recibir, según las crónicas nacionales de ese momento a “un operador político extraordinario”; “un verdadero estadista”; “un zorro de la política”; “un perspicaz moderado que sabría equilibrar el peso de las decisiones internas del peronismo como nadie”; “quien le pondría freno a Cristina”. Todavía Alberto viaja en Aerolíneas Argentinas y su comitiva era poco numerosa. Pero además de todo eso, se juntaría con “su amigo Francisco”.

Por ese entonces, el dengue y la chikungunya, eran mucho más peligrosas que el mismo Covid, para el estado argentino.

Un tema candente sobrevoló el primer encuentro privado entre ambos, que según protocolo sería de 20 minutos, pero se extendió mucho más. El asunto en cuestión fue la despenalización del aborto. Alberto sostuvo, que para eso faltaba tiempo, y que “lo irían manejando”. Los hechos consumados marcarán el contraste entre ese primer, ameno y cordial, encuentro con el próximo segundo conclave entre Fernández y Francisco durante mayo de 2021 donde el papa se sentía traicionado.

Del insulto de Milei a la posible visita papal a Argentina

Los tiempos políticos son dinámicos. “Todo pasa”. En el fondo, esa vieja receta, tiene mucho de “casta”. “El papa es un imbécil”; “el papa es comunista”; “es el enviado del maligno a la tierra”, fueron expresiones de un candidato en campaña que ya parecen haber quedado atrás. Javier Milei a pedido de Massa pidió perdón a Francisco en el debate presidencial. Luego reiteró las disculpas muchas veces, y el último 8 de enero (ya presidente) le envió formalmente a Francisco una invitación para visitar Argentina como el máximo representante de la grey cristiana mundial.

Lejos quedó el pedido de romper relaciones con el Vaticano, solicitado por Benegas Lynch. Lo concreto es que el Vaticano invitó al presidente a la canonización de Mama Antula (1730 – 1799), la beata de la Compañía de Jesús y evangelizadora de los pueblos originarios de Santiago del Estero. En ese marco, Francisco y Milei, se juntarán a solas.

Qué resultará de ese encuentro, lo veremos próximamente. Lo cierto es que una vez más en la historia, el motivo aglutinante y necesario de encuentros llegará de la mano sensible de una mujer (Mama Antula), y ojalá, la canonización de esa santa argentina colaboré para que Francisco visite su tierra natal, lo que sería un hecho cultural y político sin precedente para el país, más allá de lo religioso y de lo que deberá implicar personalmente para el mismo Bergoglio.

Gentileza del Prof. Gustavo Capone

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