Cuando hablamos del 13 de una u otra manera lo asociamos a la mala suerte. Nadie quiere ver ese número en su boleto de ómnibus, en su turno para el médico y mucho menos en su fecha de nacimiento.
Les cuento que yo nací un viernes 13 de octubre de 1978. Dicen que los viernes 13 son noche de brujas pero te adelanto que si esperas historias de terror y espectros, no las vas a encontrar en este escrito. Como si esto fuera poco me casé el 13 de diciembre de 2013. ¿Muchos treces no? Y te comento que bastante bien me ha ido con mi matrimonio (cuando me escribo me dan escalofríos de cuantas cosas me pasan)
En el ciclismo los deportistas no quieren que les toque el dorsal 13 (número que va en la espalda). Por eso cuando les toca lo ponen al revés (mirá la foto). Dicen que eso les evita tener mala suerte especialmente en un deporte tan peligroso.
Sin embargo el domingo hubo una de las carreras más importantes del mundo (a este tipo se le llama monumentos, son muy poquitas en el año): la carrera se llama Lieja-Bastonia-Lieja.
Después de 6 horas 12 minutos 38 segundos (leíste bien. Casi el tiempo que lleva hacer dos lechones) ganó un gran ciclista llamado Remco Evenepol. Te preguntarás qué tiene que ver todo esto que estoy diciendo seguramente. Te cuento: Remco usó el número 13 y no lo dió vuelta. Parece que este hombre no cree en la mala suerte y ganó una carrera emocionante y llena de grandes corredores. Parece que no pensó en creencias limitantes y pensó en creencias potenciadoras. Estoy seguro que el sabía que iba a ganar con cualquier dorsal que le dieran. Como si esto fuera poco, era la primera vez que la corría.
No me cabe duda que un número no trae mala suerte, ni tampoco pasar por debajo de una escalera ni mucho menos romper un espejo. Lo que me doy cuenta que me trae mala suerte es hacer las cosas mal, o no hacerlas, levantarme tarde, no cumplir con mis obligaciones, no hacer lo que me gusta, no dar todo por mi familia, no decir las cosas que sentimos. Tomás Jefferson, un presidente norteamericano dijo: “Yo creo en la suerte y he descubierto que cuánto mas trabajo, más suerte tengo”. Ponete a pensarlo un segundo
Otro comentario que se escucha es: “Yo en el amor no tengo suerte”. Esta frase es para hacer un solo escrito hablando de eso. Desde ya te digo que nadie tiene mala suerte, mucho menos en el amor. Por eso no me animo en este escrito que se va haciendo largo a hablar de este tema. Si te interesa, podés pedirme que hable del tema.
Me despido con una cita de Alejandro Dolina: “Los dos hombres nacen el mismo día, a la misma hora. Sus vidas no se cruzan hasta que son enamorados por la misma mujer. Entonces se encuentran y pelean por ella. Uno de ellos obtiene la victoria y el amor. Al otro le corresponde el dolor, la humillación y quizá la muerte. Los astrólogos han previsto ese día el mismo horóscopo para los dos. Tal vez son erróneos los vaticinios. O tal vez se equivoca uno al pensar que el amor y la muerte son destinos distintos.
Dedico este escrito a los que culpan a la mala suerte de sus malas decisiones y sobre todo a las personas que esperan tener la suerte de conseguir alguien que los acompañe en su vida.
Por MARCELO GIORDANO