¿Por qué los jóvenes se sienten lejos de la política? Seis voces, un mismo diagnóstico.

¿Por qué los jóvenes se sienten lejos de la política? Seis voces, un mismo diagnóstico.

Entre desencanto, nuevas formas de participación y una dirigencia que no logra reconectar, la juventud redefine su vínculo con la política. Seis entrevistados de perfiles muy distintos analizan el problema y coinciden en una misma urgencia: recuperar la representatividad perdida.

“La política tiene que volver a enamorar” — Fabián Pérez – Político

“Se han perdido los ideales de los partidos y se han cambiado por estrategias electorales”, reconoce el entrevistado del ámbito político, marcando una autocrítica que se diferencia del resto de las voces. Para él, los jóvenes no están desinteresados sino más participativos, gracias a nuevas formas de comunicación que amplifican su voz. Su mirada contrasta con la del jefe de bomberos, quien sostiene que los partidos “se olvidaron de formar cuadros”, y con la de la pareja retirada, que afirma que los jóvenes “se alejaron porque la política jamás se ocupó de ellos”. Aun así, su propuesta es clara: abrir puertas y motivar a la juventud a involucrarse. “Si querés que algo cambie… tenés que hacerte escuchar.”

“Los partidos mutan según la opinión pública” — Mariano Sarmiento – Jefe de bomberos

El jefe de bomberos describe una política que cambió convicciones por marketing: “En Argentina los partidos son casi todos iguales… mutan a lo que va la opinión pública”. Para él, el desinterés juvenil es real y consecuencia directa de la dirigencia: “Se olvidaron de formar cuadros, se atornillaron los mismos y cerraron las puertas a los jóvenes”. Su visión coincide con la de la pareja retirada (que denuncia décadas de desatención) y con la del administrador (que habla de decisiones tomadas para fines propios), mientras que el político ofrece una interpretación más optimista sobre la búsqueda de participación juvenil. En todos los casos, emerge la misma pregunta: si los partidos cambian de piel para sobrevivir, ¿en qué pueden creer los jóvenes?

“Sin pensamiento crítico, una mente es susceptible a la manipulación” Franco Borges — Administrador y gestor de empresas

El administrador rechaza la idea de “desinterés” y lo redefine como una forma distinta de vincularse: “La política es algo de lo que habitualmente no se habla… para no generar discusiones que no llevan a ningún lado”. Su énfasis está en la formación: “Una mente sin información se vuelve ignorante y susceptible a manipulaciones”. Esta mirada dialoga con el jefe de bomberos, quien recuerda el rol histórico de las universidades en la vida política argentina, y contrasta con la pareja retirada, que advierte un panorama más grave de desinformación y formación juvenil. Frente al escepticismo, él apuesta a educación cívica, pensamiento crítico y debate real.

“Hoy ya no se sabe qué es verdad y qué es mentira” Uriel Alejo — Conductor de TV

El conductor apunta directamente al caos informativo: “Hoy ya no se sabe qué es verdad, qué es mentira”, responsabilizando tanto a los medios como a la dirigencia que usa la comunicación como herramienta de manipulación. Según él, la juventud no está en sí desinteresada sino desorientada. Su visión se complementa con la del jefe de bomberos, que advierte sobre “fakenews” y “postverdad”, y con la del administrador, que afirma que cada usuario filtra contenidos según su criterio. En conjunto, las voces pintan un ecosistema mediático que condiciona, confunde y fragmenta el pensamiento político juvenil.

“Los jóvenes se alejaron de la política porque la política jamás se ocupó de ellos” Michel Borges y Julia Gómez  — Pareja retirada de las fuerzas de seguridad

Para la pareja retirada, la ruptura entre juventud y política tiene una raíz simple y brutal: “Durante décadas no se ha hecho nada por los jóvenes… los jóvenes se alejaron de la política porque la política jamás se ocupó de ellos”. También señalan un problema central: “No hablan con ningún joven que sepa algo… no saben qué movimiento tienen los partidos”. Su visión coincide con la del jefe de bomberos (que denuncia una dirigencia que se encerró sobre sí misma) y con la del administrador, que culpa a las gestiones anteriores por la pérdida de interés. El político, en cambio, ve una oportunidad: convocar y abrir espacios para recuperar lo perdido.

Conclusión: ¿Qué debe cambiar para volver a enamorar a los jóvenes?

Las cinco voces coinciden, desde distintos lugares, en un punto clave: la juventud no rechazó la política; rechazó la política que dejó de representarla.

No es apatía. No es ignorancia. No es desinterés.

Es una demanda.

Los entrevistados apuntan a lo mismo con distintas palabras:

educación cívica real, transparencia, espacios de participación genuinos, dirigentes que no cambien ideales por marketing, menos ruido y más información confiable.

Para volver a enamorar la juventud la receta es práctica: escuchar de verdad, abrir espacios con poder real, priorizar coherencia entre palabra y acto, y formar sin adoctrinar. Menos marketing, más convicción; menos foto, más decisión.

Por Federico Carro

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